Pues me da por reflexionar y veo como
el país se vuelve loco por un partido de fútbol que, (¡oh,
casualidad!) lo plantan el día de reflexión de las elecciones
europeas. Que estoy segura yo que con la gran droga que es el fútbol,
toda España estaba más pendiente hoy de adivinar quién ganaba el
partido que de reflexionar qué va a votar o si va a votar en las
elecciones. Y es que a todos los efectos, el resultado de un partido
de fútbol es mucho más importante en este país que el resultado de
cualquier elección democrática. Obvio: que hoy gane uno u otro
equipo influye más en mi vida que las decisiones de los políticos
que mañana saldrán elegidos. Si es que a veces hasta me dan ganas
de darle la razón a esos que dicen que “tenemos lo que nos
merecemos”. Pero no nos olvidemos que esta locura por el fútbol,
también les conviene a ellos, los poderosos, bombardeándonos a
diario con este deporte, para hacernos olvidar todo por lo que
deberíamos de luchar...
Puestos a mirar el lado positivo,
espero que el borreguismo PPSOE de este país sea todito del Real
Madrid (¡como Dios manda!) y mañana tengan una resaca monumental
que no les deje moverse de la cama e ir a votar.
Y es que si mañana hay sorpresa, y
tenemos un nivel de abstención que clame al cielo, o algún partido
pequeñito ganase las elecciones (a veces me da por soñar utopías),
mañana mismo me afilio al Madrid. O al Atleti, qué más me da. El
caso es que irónicamente, el espectáculo al que le atribuyo gran
parte de las desgracias mundiales por ser creador de masas borregas y
adormecidas, me habría devuelto la fe en la sociedad, y la minoría
activa, tendría por fin voz y voto para iniciar el camino a una
nueva sociedad.
Una en la que la cooperación estuviese
por encima de la competición. En la que tener no fuera sinónimo de
ser y en la que la dignidad, la justicia y el amor fueran la razones
de peso que dirigieran nuestras acciones, y no el dinero, como es
hoy día. En la que aprehendieramos a vivir con menos cosas
materiales y más libres y responsables de nuestros actos y
decisiones. En la que no tuviera que elegir un representante, porque
ya me valgo yo solita para explicar qué es lo que quiero. Una, en la
que fuéramos conscientes de la importancia del proceso
independientemente del resultado al que lleguemos. En que camináramos
más lentos y en la que se volviera a los pueblos, porque solo cerca
de la naturaleza puedes recordarte cada día que eres parte de ella y
que es necesaria para tu vida.
Ese mundo utópico no creo que yo lo
viva, pero de alguna manera, quiero pensar que de a poquito, nos
vamos acercando. La gran masa mundial está lejos de eso, por supuesto. Esa está
pendiente del fútbol, perfectamente orquestado por el poder para
tenerlos contentos. Que si el mundial, la champions, la liga, la
eurocopa, la gira de Barça de verano...¡Entretenimiento sin fin,
Manolo! No sea que algún día te de por pensar que mientras Cristiano Ronaldo mete goles y gana millones, tu nevera cada vez está
más vacía, tu trabajo se hace cada vez más esclavo y el derecho a
ser un poco libre y feliz, va poco a poco desapareciendo. Pero no te
preocupes: siempre tendrás el fútbol. Lástima que los balones no
se puedan comer.