7 de abril de 2015
Torre de la Mora
Y me pregunto que hago
aquí... entreteniendo a niñxs con Iphone, con un almacén de
animación que tiene todo el material que hubiera deseado para hacer
aún más felices a lxs ninxs de Madagascar, y sin ir más lejos, al
grupo scout LDM.
Me cuesta trabajar con
tantos recursos. Yo, que he convertido cajas de cartón en miles de
juegos, que he envuelto lápices y sacapuntas en mosquiteras rotas
como único regalo de navidad a 84 pequeñxs malgaches, que he visto
pelearse a niñitas por una botella de plástico vacía... me siento
tan fuera de lugar...
La tarea que me toca
realizar ahora se presenta como tediosa y poco honorable Si me
resultaba incómodo que los peques malgaches me saludaran como
“cadeau, Vasaha”, más incómodo me resulta que estos niños y
niñas ni siquiera saluden, te traten como mierda y directamente
exijan. Exigen un regalo para participar en cualquier juego, exigen
que les prestes el material porque sus papás pagan mucho dinero para estar aquí, y además, se hablan a sí mismos y a los
demás con muy poco respeto. No juegan sino tienen la certeza de que
van a ganar el juego...No ayudan, sino saben que les vas a dar algo material a cambio... Es tan triste... Claro que no son todxs así,
pero sí en su mayoría.
Al fin y al cabo, en una
ocasión escribí “el medio ambiente es para ricos” y esta
debería presentarse como una buena oportunidad de hacer realidad ese
lema. Aquí es donde realmente es necesaria la educación para la
sostenibilidad y la equidad. Escribía en aquel entonces que es necesario educar a los que ejercen el poder, que actualmente son los
que acumulan el dinero, para que el mundo realmente cambie. Y esto
está lleno de pequeñxs que tienen bastante más de lo que
necesitan, de pequeñxs hijxs de gente poderosa.
Debería afrontar toda
esta situación como un reto, y en lugar de eso, la estoy afrontando
como un medio de vida. Un trabajo que me dará algo de dinero, para
poder pensar en formar mi propia familia. En fín, un trabajo para mi
propio bienestar y el de mi futura familia, en lugar de un trabajo
para el bienestar de otros, como hasta ahora había tenido y buscado.
Supongo que me hago mayor o que mi
marido me hace ver cada día lo hermoso de construir poco a poco, de
la paciencia, la austeridad y el esfuerzo, y también me hace ver,
aunque no quiera, las bondades del primer mundo. Supongo que al ser
dos y no una, la perspectiva cambia, y el futuro en común hace
sentirte más responsable de tu propio bienestar, porque ese
bienestar va a contribuir también al suyo. O quizás (y espero que
esto sea lo más improbable), dejé de creer que el mundo puede
cambiar para mejor, y me conformé en pasar por la Tierra de una
manera anodina y reposada, sin importarme demasiado lo que pase
alrededor, o al otro lado del mundo.
Pero como digo, quiero pensar que esta
tercera opción es la más improbable, y lo que siento ahora sea
solo el primer shock del momento, que conlleva el cambio de trabajo y
de lugar de residencia. Deseo que pronto reactive mis neuronas para adaptar esta
realidad que me toca vivir al proceso, asumido como propio, de cambio
de conciencias y de seguir luchando por un mundo más justo. Donde la
mitad del almacén de juegos y disfraces que tengo aquí, se vayan
directos a Madagacar, y la mitad de las sonrisas y la vitalidad
malgache, entren en los cuerpecitos de lxs niñxs de este camping,
para que el mundo que todxs ellxs conozcan cuando lleguen a mi edad,
sea un mundo un poco más hermoso.
Qué ganas tenía de escribir y qué
falta me hacía. Espero lo disfruten. :)