A
ella la vida ya le regaló dosis de realidad como para alcanzar la
madurez, pero se resiste a hacerlo. Lo que algunos llaman madurez y
otros realismo, es aburrido y triste, y no estamos por la labor de
aceptarlo sin más.
De
muy joven perdió a su padre, acumula alguna que otra relación
fallida y sabe que más de una vez tuvo que tomar la decisión entre
comer ese mes o ir a trabajar en bus. Pero casi siempre ha sabido
ponerle el chiste a la vida y levantarse del suelo, una y otra vez,
con la cabeza bien alta, más sonriente, más loca y si me permite,
con más ganas de comerse el mundo.
Para
mí ella es la más cuerda de las locas de mis amigas, aunque sus
historias nos hablen constantemente de actos locura, idiotez y
valentía por partes iguales.
Sabe
que quien no arriesga no gana, y por eso se la juega tantas veces
como puede y aunque en muchas salga perdiendo, el balance siempre es
positivo: o ha aprendido un poco más de lo jodida, difícil y a
veces injusta que es la vida y se levanta más fuerte, o ha vivido
una experiencia inolvidable merecedora de, al menos, un relato en su
blog.
Compartimos
algunas cosas, como la casi-familia, o esta afición de escribir
sobre lo vivido. También alguna noche loca y algún que otro amor
fallido. La distancia geográfica en la que constantemente nos
hayamos no ha sido suficiente para romper eso tan lindo que tenemos,
que es reconocernos la una en la otra. Nos comprendemos y no solemos
juzgarnos, al contrario, nos apoyamos aunque el proyecto o la idea
sea muy ilusa y alocada, o aunque lo hayas hecho tan mal, que ni tu
misma seas capaz de perdonarte.
Y
soñamos siempre con hacer mil cosas juntas; mil cosas que harán que
nos comamos el mundo a bocados, porque tenemos la certeza que ambas
hemos nacido para ganar en esta vida y que la vida puede ser más
divertida y hermosa si se pensara un poco menos en sobrevivir y un
poco más en vivir tus sueños.
Engordamos
y adelgazamos según nuestro estado de ánimo, y la guapura subida
con la que salimos cualquier día a la calle no la marca ni el fin de
semana, ni la báscula, ni la operación bikini, sino nuestras
hormonas y las ganas de demostrar a la vida lo que valemos, aunque el
día anterior haya sido una mierda.
Por
todo esto que compartimos, porque me siento eternamente agradecida de
haberte encontrado hace un año en Baños, tan desorientada y a la
vez tan centrada como lo estaba yo.
Por
haberle dado fuerza, apoyo y ánimo a mi proyecto de vida mientras
gran parte de mi alrededor empujaba para atrás. Por haberle quitado
importancia a las cosas y por saber arriesgar y reir siempre, aunque
haya que reírse de fracasos.
Por
todo esto te dedico ésta entrada de blog, hoy el día de mi
aniversario de boda. Gracias por haberme dado el pequeño empujoncito
que necesitaba para ir hacia lo desconocido. Sin tu empujón para
estar segura de lo que hacía y finalmente con apoyo y la ayuda de
las locas de nuestras amigas y la de mi familia, no habría podido vivir junto a
Mario este año tan maravillosamente complejo y lindo.