Y tu llegada se acerca y
me viene a la memoria esa linda canción de Fede Comin y Elena
Bugedo, “Mira como tiemblo”. Me repito a mí misma que yo puedo,
y hay días que me siento tan grande que podría comerme el mundo:
tan en el centro, tan en mí misma, tan consciente.... y de repente,
en un ratito, sobretodo cuando me voy a dormir, me invade la
incertidumbre, el miedo a no poder o a no saber el qué vendrá, y la
certeza de saber que ese futuro próximo depende más de Dios o del
destino, que de mí.
Pero me calmo, y me digo
que ese destino me sonríe y me ha sonreído hasta ahora. Y como dice
mi Estrella, “yo he venido a este mundo a ser Muy Feliz”.
Cualquier cosa por debajo, no es para mí. Y lo que me viene encima
tiene tintes de ser una gran luz blanca en el camino de mi vida.
¡Y de débil nada,
señora! Que soy de esa mitad de la población humana que es capaz de
dar vida sintiendo mucho dolor, que es capaz de amar con toda su alma
algo desconocido; a la que se le atribuyen cualidades como la
paciencia, el cuidado a los demás y la sensibilidad. De esa mitad de
la población humana que ha sido silenciada durante siglos a base de
golpes y humillaciones...
Pero se acabó el
momento de la guerra y empieza el momento de la comprensión, del
todo, del uno, de lo holístico. El trabajo productivo no existe sin
el trabajo de cuidados; la vida pública, es inviable sin la vida
doméstica; el individuo depende de la sociedad, y ésta de la
naturaleza... Nos necesitamos, y nuestro futuro depende de entender o
no entender esto.
Por eso, las líneas que
separan la ecología de la economía, lo productivo de lo doméstico,
el hombre de la mujer, la vida pública de la vida privada, la
fortaleza de la sensibilidad...deben y tienen que diluirse, es
necesario para el nuevo tiempo llega. Y no podemos poner el grito en
el cielo cada vez que alguien llora en público, o que lleva a su
bebé al trabajo, decidiendo compatibilizar su carrera profesional
con la maternidad.
No se trata de ser
supermamis, ni de aparentar, se trata de diluir fronteras...se trata
de elegir lo mejor para tí, para tu familia y para la sociedad,
haciendo visible algo que hasta ahora y cada vez más, era parte de
tu vida privada. Y personalmente, prefiero una sociedad humanizada y
natural, donde la crianza toma un papel importante (al fin y al cabo,
es el futuro), que una sociedad consumista, donde las nuevas
generaciones existen solo como objetos consumidores y futuros
productores, echándolos por completo de cualquier otro ámbito
social y público.