lunes, 23 de diciembre de 2013

Lucha o resígnate a sobrevivir


LUCHA O RESIGNATE A SOBREVIVIR

La hija de 16 años de uno de los trabajadores de mi ONG ha tenido hace una semana una niña. Parió en el campo, y ha venido en taxi brousse hasta casa de su padre (4mx4m, pero mejor que las casas del campo), para recuperarse. Su padre tiene otros seis hijos, el más pequeño, un bebé de menos de un año. Todos viven en su casa.

Me han pedido que le ponga nombre a la recién nacida. Qué difícil decisión... Ayer dando los regalos a los hijos de los trabajadores, no podía dejar de asombrarme de sus nombres. La pequeña hija de otro trabajador se llama traducido al español “muchas niñas”.

El nombre no parece importar tanto. La vida no parece importar tanto. Hasta que estas pequeñas cabezas no tengan capacidad para cargar un cubo de agua, no son muy válidos para esta sociedad. No se les presta tanta atención como allí, porque la miseria es tal, que apenas les llega el dinero para comer.

Las noticias sobre la nueva ley del aborto de España me llegan en momento oportuno. Vivo en un país donde tener hijos es lo más importante. Una mujer tiene (y guarda con ella) una media de 5 hijos y normalmente no con el mismo padre. Un nacimiento es un acontecimiento alegre en todas partes, pero después viene la tarea difícil. Mantenerlo con vida en un lugar sin sanidad, sin servicios higiénicos, sin muchos alimentos y en una casa minúscula en la que ya viven 7 personas más se hace cuanto menos un reto al que toda mujer malgache debe dedicarse a tiempo completo. Al menos, aquí no hace frío. Si lo consigue, ese niño tendrá el futuro de jugarse la vida cada día pescando o en el bosque para poder comer o si es niña y encima linda, quizá tenga suerte y encuentre a un viejo vasaha pronto que la deje embarazada y con eso tendrá dinero para ella, sus hermanos, sus primos y sus padres.

Yo crecí en un país en el que me creía igual a mi hermano. Un país en el que lo normal era ir al cole de manera gratuita y si te ponías enfermo el médico tenía la obligación de atenderte. Un país que tuvo una pequeña historia de lucha por libertades, también por libertades de la mujer, como el derecho al voto o al divorcio. Mi abuela tuvo 9 hijos y perdió dos bebés, mi madre logró sacar adelante 4 y mi hermana sigue la tarea con mis dos sobrinos.

¿Y a mí qué me queda? Si yo tengo un hijo ahora en España, ¿le podré dar un hogar? ¿Y los libros del cole? ¿Y la comida diaria? Y si se pone enfermo ¿a dónde lo llevo? Seguro lo saco adelante, porque tengo una familia a mi alrededor. No lo sacaré adelante gracias a los servicios sociales de mí país, sino a mi familia. Igual que la niña de 16 años malgache.

Pero no voy a poder darle ni mucho menos mi infancia, tampoco mejor que la mía. Creo que mi futuro se parece más a la vida de mi abuela y el futuro de mis hijos al de la pequeña a la que tengo que poner nombre, que a la vida que yo he tenido conocido hasta ahora en España.

Algunos dirán que exagero. La realidad supera la ficción.

Cuando pensábamos que ya habíamos conquistado el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, su vida y su futuro...cuando pensábamos que teníamos una educación gratuita para todos...cuando pensábamos que teníamos una sanidad ejemplar...derecho a una vivienda...a un trabajo... “estudia, es el pan de tus hijos”.... “vota, la democracia nos representa a todos”.... “trabaja, y serás una mujer de provecho”...


¡Mierda de España corrupta! Hay culpables, el enemigo es claro. Si no eres de los poderosos te quedan dos salidas: aceptar, resignarse a perder derechos y vivir en la desobediencia y clandestinidad, o LUCHAR.
Aviso a navegantes: la primera opción solo es válida para verdaderos supervivientes, aquellas personas dispuestas a comer arroz diario, aguantar exclavismo capitalista, no necesitar médicos ni medicinas, parir o abortar en su casa, no opinar, no hablar, no decir, no hacer... Todo aquel consciente de sus derechos y libertades, tarde o temprano, se verá obligado a luchar.

Y esta elección te llegará a tí: como le ha llegado a las personas que han perdido su casa...o a muchos maestros, médicos, enfermeros, jueces... Como llegó ayer a muchas, muchas muchísimas mujeres. No hay neutralidad: o con ellos o si ellos. Elige la manera más efectiva de luchar o de excluirte, para tí, los que vengan detrás de tí, y los que están tu lado, porque no volverás a disfrutar de derechos en mucho tiempo.

“Sociedad sumisa” decía un artículo que leí hace poco. Si esto es lo que somos, el futuro de nuestros hijos se va a parecer un poco más al presente de los niños que tengo cada día a mi alrededor.

Desde el exilio,
Karmela.


3 comentarios:

  1. Vinieron a por los anarquista y a mi no me importo por que no era anarquista..vinieron a por los comunista a mi tampoco me importo por que no era comunista, despues se llevaron a los socialista no me importo por que no era socialista...luego vinieron a por los democratas me asuste por que ahora vienen a por mi.....

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  2. Carmen que verdad y que dormidos estamos aqui por diosss!! Gracias por tu vision desde lejoos y tan cerca...lucha lucha lucha

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  3. Malas gachas comes!! Carmen. Sólo cuando perdamos todo, entonces todavía quedará el miedo

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