29
29 añazos y en Madagascar. Nunca pensé que llegaría tan lejos. Me
levanto a las 6 de la mañana y miles de niños me rodean. Estoy
soltera, no tengo hijos y ando lejos de casa, trabajando por la
naturaleza y por construir un mundo con más posibilidades para
todos. No tengo casa y cada vez salgo más del sistema que me tocó
vivir. Vivo en un eterno campamento, al menos por un año. Poseo
pocas cosas, cosas que caben en una mochila, pero a mis 29 años,
tengo mil recuerdos, mil historias que contar. ¿Se puede ser más
rica? Lo dudo.
Soy feliz, porque cada día es una aventura, porque la alegría que
respiro es infinita. El secreto: disfrutar de todo, valorar lo bueno
que tengo, y dar poca importancia a esas cosas que echo de menos y a
las cosas que no me gustan. La familia y los amigos, la gente que me
quiere, se que están ahí, que puedo contar con ellos cuando los
necesite. No le pido más a la vida, porque ella me lo está dando
todo.
Veo amanecer casi cada día, en un bosque de Baobabs. Veo atardecer
en el mar. Me siento ciudadana del mundo y el sol me da energía cada
día; para estar agusto conmigo, para tomar decisiones que me hacen
cuestionarme cada día todo, que me hacen aprender.
29 años y sigo teniedo la sed de aprendizaje de los niños. 29 años
y me siento niña. ¡Qué vengan muchos más años así!
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