Pompas
de Jabón
No quiero dejar de ser niña. El mundo de los adultos me
entristece... Sueño que salto en múltiples camas elásticas y eso
me hace feliz. La realidad que existe alrededor dentro de mi sueño,
es de adultos, no es bella, se parece un poco a la realidad que estoy
viviendo. Pero sueño feliz por el simple hecho de darle
importancia a saltar... y saltar...conseguir dar piruetas... y saltar
más alto que mi hermano...
De pronto, mi sueño se perturba porque me caí. Me lastimé un poco
la rodilla. Nada que no se me pueda olvidar mañana. El dolor
de este mundo de piernas largas nunca lo olvido mañana. Me come, me
hastía, me va apagando poco a poco, hasta estallar algún día en un
llanto sincero, pero sin un porqué claro, con muchos porqués
indefinidos. Y me esfuerzo. Me esfuerzo de veras por amanecer cada
día con una sonrisa, con una mirada alegre al sol, con ganas de
hacer de mi vida adulta un juego de niños.
La realidad se empeña en no darte la razón. Cada hora del dia que
va venciendo te va quitando momentos de niñez, hasta llegar a la
cama, exhausta, sin ganas de nada, solo de llorar, de morir... solo
de soñar. Igual que de niña llegaba cansada fisicamente a la
cama de tanto jugar durante el día, hoy llego cansada
mentalmente a mi cama de tanto esforzarme porque la realidad no
apague mi luz.
Afortunadamente, casi todas las noches duermo y sueño como
cuando era niña.
Esa verdad onírica me hace seguir en pie, relativizar mis 25 años
ya casi extintos. Prefiero pensar que tengo 10. Y vivir haciendo
pompas de jabón; reírme jugando al escondite o disfrutando de una
bolsa de chuches...
Sí... ya se... hay muchas injusticias alrededor como para
perderlas de vista. Si... ya se... me siento en la obligación de
trabajar por cambiar eso que tanto me disgusta.
Pero el mundo real es demasiado cruel como para tomarselo en
serio. En serio como un adulto. Mejor juego, bailo y me
divierto como una niña en mi mente, y en mis ratos libres de esa
realidad fantástica, trabajo por hacer una tierra más parecída a
mi mundo de niños.
Donde todo el mal se olvida al día siguiente... donde reir es
sinónimo de ser feliz... donde lo simple se aprecia... donde lo
fugaz se recuerda eterno... donde el tiempo, mi tiempo, pasa lento y
placentero.
Karmela,
La vida (de niña) es maravillosa
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