De las despedidas...
De
las despedidas...
Una, cuando se va, siente un vacío en el corazoncito.
Parece una frase cursi y fabricada, pero a veces es tan real... Ya en
proceso de despedida de mi Barranquito, de Lima y del Perú, siento
que parte de mí se queda viviendo (y bailando) en este lindo lugar
que por un tiempo ha sido mi hogar.
Ayer un amigo chileno decía: "la vida del cooperante es muy
dura". Supongo que se refería a estos momentos. Atrás quedan
noches de risa y baile; días de chamba y computadora; talleres ABE,
cursos de emprendimiento, amores fallidos y charlas con amigos.
Cuando se está fuera, se extraña a la familia, la comida, los
amigos de la infancia y el hogar. Pero sientes que en poco tiempo,
regresas, y la vida, aunque con algunos cambios, estará en ese
equilibro feliz y placentero, que te hace sentir tanta paz. Pero
cuando una se va de un lugar en el que ha pasado un tiempo suficiente
como para llamarlo hogar, sin ninguna seguridad de
volver, siente que deja atrás para siempre a caras que durante
ese tiempo fueron casi la familia. Caras que te han visto llorar y
reír, que han sido tus confesoras y a las que has amado como si
fueran parte de ti.
Echaré de menos el mar de Lima y sus malecones. Echaré de menos mi
casita, y la del Chato. Echaré de menos vivir con Lou, y reírme con
la mancha de españoles y extremeños que me he encontrado a este
lado del charco. Echaré de menos esa gran familia de personajes que
vive en Surco, y a Marta, y el trabajo, y los compañeros... echaré
de menos tantas cosas, que no podría nombrarlas todas.
Y despedirme me está costando. No porque no tenga ganas de regresar,
que realmente ya siento que necesito dar un beso a mis sobrinos, a
mis padres y hermanos, y un abrazo enorme a muchos amigos. Sino por
la sensación de pérdida, por el vacío. Es tan difícil de
describir... Latinoamérica me hace sentir tantas cosas y tan
complejas de comprender, que siempre necesito un ratito más para
asimilarlo.
Pero mis ratitos se acaban, y lo que me queda es disfrutar este
bonito país con mucha energía, aunque a veces me cueste sacarla,
para devolverle un poquito de lo que él me está dando a mí.
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