Inspirada de inspiraciones
Inspirada de inspiraciones
Ya llegó el otoño, mal que me pese (ya saben que me encanta el
verano). Pero lo cierto es que no me ha sentado tan mal.
Acabo de finalizar un libro, "Cómo cambiar el mundo" se
llama. Para mí ha sido influyente, motivador, revelador. Está
cargado de positivismo. Pero no de ese del que te venden en los
cuentos de Jorge Bucay o los libros de autoayuda. No. Es positivismo
real. De hechos, datos, verdades.
Básicamente narra la vida de personas a las que no les gustaba su
entorno y han dedicado y aún dedican su vida por mejorarlo. Y la
parte motivadora es que, poco a poco, con muchas dificultades pero
mucho empeño, lo van consiguiendo.
Ayer hablaba con unos amigos de que no existían realidades
cambiables a gran escala. Pues bien, uno de los parámetros que
utiliza una entidad financiadora de estas personas (emprendedores
sociales) es si en 5 o 10 años han sido capaces de influir en la
política nacional de su país con su idea. Muchos, muchos lo han
conseguido.
El problema de todo esto es que no sale en las noticias. No lo vemos
en la tele, ni lo leemos en los periódicos. En cambio, lo que si
vemos a diario, son famosos que saltan a la fama porque se acostaron
con fulanito de tal, futbolistas que solo saben de fútbol, guerras,
robos, maridos que matan a sus mujeres, o catástrofes naturales.
Dice este libro, por cierto, escrito por un periodista, que una
noticia es "una información desestabilizadora". Si nos
dieran cada día por la tele historias como la de Jammes Grant,
que fue capaz, entre otras muchas cosas, de disminuir la
mortalidad infantil mundial (15 millones de niños) a la mitad,
gracias a un estudio que leyó de casualidad un día, las
personas dejaríamos de pensar que no podemos cambiar la realidad que
nos rodea. Sería una "información
desetabilizadora". Estaríamos más dispuestos a trabajar
para conseguir un mundo mejor, y no para conseguir un sueldo mejor.
Los niños no pensarían en ser futbolistas, y las niñas no querrían
ser modelos. Soñarían con salvar al mundo y valorarían el trabajo
y no el dinero.
Pero el terrorismo y las catástrofes venden más.
Creo que estamos en un punto de inflexión clave acerca de la
educación. La crisis, el miedo que se respira, las deudas, las
hipotecas... hacen que pensemos en dinero y más dinero. Yo propongo
pensar en vivir con menos, disfrutar de lo que nos rodea (aunque
llueva y sea otoño) y trabajar por mejorar la vida de otros. Nos
iría mucho mejor.
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