Días
de Lluvia
No
me gusta que llueva... me entristece, me aburre, me esclaviza...
porque no tengo ganas de salir, no me divierte leer, y me hace sentir
más solita. Supongo que esto sería distinto si estuviera en algún
lugar calentito, cómodo y con alguien a quien quisiera. La lluvia
pasaría de simbolizar la tristeza a simbolizar la ternura... Con el
sol, la vida en solitario es más fácil.
Al
margen de eso, mi estancia en México hasta ahora me está
descubriendo PERSONAS. Quizá sea el uso del idioma, pero las
palabras aquí tienen más significado para la mente y para el
corazón. Y eso hace que mi mente no descanse ni un momento. Me
cuestino cada paso que doy, cada cosa que hago, cada palabra que
digo.
El
fin de semana, lo pasé en México, con Jorge, un chico muy simpático
español que trabaja en la embajada. Me acogió con verdadera
amabilidad. Sin conocerme de nada (su madre trabaja con mi hermana en
el hotel), me aceptó en su casa, me presentó a sus amigos y me
paseó por la ciudad. Casi desde antes de conocernos sabíamos que
veniamos del mismo mundo, pero pertenecíamos a mundos distintos. Y
cuando nos conocimos, lo corroboramos. Jorge y sus amigos viven en
otro México distinto al que yo he venido a conocer. Y me sorprende,
casi hasta me doy asco, cuando cuestiono algunas de las cosas que
ellos hacen aquí, como pasar la tarde jugando a videojuegos, o estar
todo el tiempo de curro en el Facebook. Me parece que solo por el
hecho de estar en México deberían de trabajar para hacer el mundo
mejor. ¿Pero que me pasa? ¿Estoy tonta? Gran parte de mi vida me he
rodeado de amigos que emplean casi todo su tiempo en cuidar una
granja virtual, o jugar al WOW y demás entretenimientos. Y a Jorge y
sus amigos, mi incosciente los juzga, solo por el hecho de hacer lo
mismo que mis amigos, pero a este lado del charco.
Me
siento fatal por esto. Quizá no ha sido un gran momento para
conocerlos...porque mi mente y mi vida se afanan ahora mismo en
actuar por crear un mundo más humano, menos virtual y más
espiritual. Y ellos, ahora mismo, representaban casi todo lo
contrario. Exceptuando lo humano, que aún siendo yo un punto raro en
sus vidas, me acogieron tremendamente bien. No se como agradecer ese
esfuerzo que estoy convencida que hicieron para hacerme sentir
cómoda, aunque mi subconsciente no me lo permitiera.
Bueno,
hablando de México D.F., ¿qué os digo? Es una ciudad tremendamente
enorme, que afortunadamente he conocido vacía porque era puente, y
la gente huye de la ciudad. Aún así se oye ruido a todas horas
(como en Toluca). Y es ruido de coches, tráfico... Este horroroso
tráfico que me parece que es México. Mañana voy a la comunidad
indígena de Otomíes que hay cerca de aquí y con la que trabaja la
Fundación. Espero encontrar allí algo de silencio, algo de paz...
(o pas, como dicen aquí).
Al
margen de esto, las personas mexicanas que estoy conociendo, casi
todas de la fundación hasta ahora, si me transmiten paz. Me hacen
pensar, y me inquietan la mente, pero me transmiten la paz de lo
humano. Es posible, como he dicho al principio, que sea el lenguaje,
pero lo cierto es que me hacen sentir bien.
Ah,
y la última novedad. Le acabo de hacer la guerra a la tele. Desde
que estoy aquí no la he visto, y tengo una enfrente de mi cama, pero
no la pienso encender. No quiero. Te acabo de hacer la guerra, señora
caja tonta.
Un
beso a todos, y recuerden que la vida es maravillosa.
karmela
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