Sobre la felicidad
Ayer
leí sobre la felicidad. Busqué en Google “Felicidad”, de frente
fui a la wikipedia y comencé a leer. Me sorprendió observar los
distintos conceptos que diversos pensadores de todas las épocas le
dan a ese término. Lo primero que me chocó es la asociación de
felicidad con paz interior. Los que me conocéis sabéis que no paro
de buscar emociones fuertes, vivir nuevas aventuras y estar abierta a
caminos desconocidos. Y eso, desde mi punto de vista, me da
felicidad, pero de ninguna manera contribuye a mi paz interior. Lo
que me hace reflexionar sobre lo confundida que tengo que estar en el
camino.
Más
adelante, al final de todo lo que la wikipedia dice sobre la
felicidad, aparece un enlace hacia un artículo sobre “el hombre
más feliz del mundo”. Lo abrí y él me miró. Su mirada era
serena, pero risueña. Arrugadito, con media sonrisa y una ceja un
poco levantada que le daba un toque de curiosidad a su rostro. Pensé:
Sí. Este hombre, sereno, calvito y un poco regordete, es feliz
(según un estudio de la Universidad de Wisconsin, el más feliz en
el mundo).
Leí
el artículo entero, y aunque yo ya había llegado a la conclusión
hace años de que más dinero y comodidades no te dan más felicidad,
cosa que Matthieu (permítame tutearle) comparte conmigo, me
sorprendió que también echara a las personas que te rodean como
requerimiento para conseguir el ansiado estado. Porque para mí, la
felicidad pasa por hacer felices a los demás, y los necesito para
conseguirla.
Comenta
también la necesidad de esforzarse para ser feliz, de trabajar dicha
felicidad. En eso también estoy bastante de acuerdo. Aunque creo que
a unos les cuesta más que a otros. Y no solo creo que a unos les
cueste más que a otros, sino que también creo que muchos no estamos
destinados para ser felices, o al menos, felices a su manera. Me
pongo como ejemplo: cada vez que en mí se atisba una pequeña chispa
de ese estado de serenidad y paz interior, se enciende una fogata de
miles de cosas por las que tengo que olvidarme de esa chispa, y
volver a arriesgarme, a nadar en la incertidumbre o a buscar algo
nuevo. ¿Y qué tiene que ver esto con la felicidad? Cada vez estoy
más convencida de que mi patrón de conducta no me lleva a ese
estado. Me lleva a conseguir pequeños logros, que me producen
satisfacción momentánea, y si trabajo mucho, también me lleva a
estar contenta con lo que hago, porque intento hacer felices a los
que tengo a mi alrededor, que hasta ahora, era mi premisa para ser
feliz. Pero lo de sentirme en paz, serena... la felicidad que
Matthieu define... Esa sí me resulta difícil de alcanzar. Y lo peor
es que no se si quiero alcanzarla. Porque para conseguirla, voy a
tener que trabajar mucho y en contra muchas veces de mis instintos y
de lo que me gusta hacer, para conseguirlo. Lo que me lleva a la
dicotomía de "Ser feliz" o "Carpe Díem". Y el
Carpe Díem también me parece emocionalmente atractivo como estado,
aunque no te lleva a la paz interior, y en definitiva, a la felicidad
de la que Matthieu habla.
Complicado,
lo se. Pero si no me complico, no me siento yo, no soy lo que yo creo
que me hace feliz.
Karmela,
la vida es complicadamente maravillosa
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