De Boda en Boda...
Como
este año he asistido a varias bodas, los encuentros con
personas que hace tiempo que no ves se han sucedido. La última boda
que he tenido la he sentido muy especial. No ha caído en mi mejor
momento: acabo de cerrar el bar, no tengo rumbo fijo y estoy muy
cansada de fiestas y celebraciones, quiero parar. Pero aún así me
apetecía mucho esta boda. Mi mejor amiga de la infancia se casaba
con su novio de toda la vida.
No
puedo decir que siempre haya estado de acuerdo con esa relación,
pero el sábado comprendí lo equivocada que estuve. Carmen, estabas
radiante, guapísima, feliz. Muy nerviosa, llegaste a la catedral,
donde estaba Yeyo, tu novio de siempre, sonriente y sereno, esperando
la llegada de su amada.
A
partir de ahí, comenzaron a sucederse imágenes en mi mente de
acontecimientos vividos las dos. Como en las fiestas de cole, cuando
bailábamos ballet o sevillanas, y te ponías tan nerviosa antes de
salir, que vomitabas. O todas las veces que jugamos a las barbies en
tu casa, o cuando nos íbamos al cine con tu familia a Salamanca.
Carmen
siempre fue la más guapa, la más inteligente, la más divertida, la
mejor...
Pero
llegó nuestra adolescencia, y empezaste a salir con ese chico de
“poca buena fama” llamado Yeyo. No vamos a negarlo, a nadie nos
gustaba esa relación. A tu madre le traía de cabeza, y yo... bueno,
yo no entendía como alguien como Carmen, que todo lo tenía, podía
estar con ese chico, más bajito que ella, y que desde mi punto de
vista no la respetaba.
Ahí
empezamos a distanciarnos... a ti te mandaron a Salamanca a
estudiar... yo comencé a salir con otros amigos... Y así hasta que
me fui a la universidad a Badajoz.
Nuestra
relación no es tan estrecha como cuando éramos pequeñas, pero
quizá la distancia haya conseguido que sigamos siendo amigas. De los
compañeros del cole, a tu boda sólo asistí yo, y eso me hace
agradecerte mucho la invitación.
Porque
esa relación que tanto fue criticada por todos, el sábado para mí
se convirtió en una historia de amor preciosa. Después de tener a
todo el mundo en contra, después de muchos problemas, después de
aguantar todo y más; hoy, Carmen está casada con el amor de su
vida, Yeyo. Y se la ve enamorada, con los mismos ojos brillantes con
los que le miraba cuando aún eran adolescentes. Es feliz.
Cuando
éramos pequeñas y te ibas cada verano a Inglaterra a aprender
inglés, te auguraba un futuro de viajes, lejos de la vida que
teníamos en Guijuelo. Pasaron los años, y tu apego a la vida en
Guijuelo crecía y yo no lo lograba entender. Ahora soy consciente de
la suerte que has tenido. Encontraste cerca lo que te hacía feliz,
lo que querías, y te esforzaste, luchando contra viento y marea para
tenerlo. Hoy ya es tuyo. Disfrútalo y que no pierdas esa mirada
nunca.
¡¡Feliz
matrimonio, amiga!!
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